También se puede intentar reír. Es de efectos inmediatos, asegura Mònica Lapeyra, psicóloga y especialista en acciones formativas a través de juegos.
“Da igual si no es espontáneo. Aunque no tengas ganas de reír, ríe, porque el cerebro interpretará igualmente que estás contento y automáticamente empezará a producir endorfinas, una hormona beneficiosa que nos hace sentir bien. Reír es como un masaje que recorre las distintas cadenas musculares y destensa el diafragma. Y al destensar el diafragma, se puede respirar mejor, imprescindible para poder relajarse.”
Por esto Lapeyra aconseja que cuando se está tenso no hay que poner barreras a imágenes absurdas.
“Nosotros mismos nos limitamos. Hay quien piensa que reír no da prestigio. Freud escribió un libro sobre chistes y sus discípulos lo escondieron porque consideraban que podía dañar la imagen de su maestro”.
Lapeyra afirma que la risa es uno de los mejores relajantes, incluso para las situaciones más adversas.
“El año pasado empezamos una serie de sesiones de Risoterapia en el Hospital Parc Taulí de Sabadell dirigidos a niños con cáncer y a sus familias. La experiencia fue muy positiva porque les ayuda a afrontar la propia enfermedad con una actitud distinta y más relajada”.
